Disruptores endocrinos: qué son y por qué todo el mundo está en alerta con ellos. ¿Realmente son tan malos?
Están en tu maquillaje, tu ropa y tu comida: descubre cómo los disruptores endocrinos alteran tu bienestar sin que lo notes.
En los últimos años, los disruptores endocrinos han irrumpido en el debate público con fuerza. Aunque su nombre suena técnico, su presencia es cotidiana: están en productos de belleza, envases, ropa, alimentos y hasta en el aire que respiramos. Pero ¿qué son exactamente? ¿Y por qué generan tanta preocupación en el mundo de la salud, la cosmética y el bienestar?
Seguramente, si consultáis los ingredientes de vuestros cosméticos en alguna app tipo Yuka o INCI Beauty, estos ingredientes os saldrán marcados en rojo. Pero ¿realmente son tan malos? Descubramos realmente qué son y por qué nos ponen en alerta estos ingredientes.
¿Qué son los disruptores endocrinos?
Una vez, una mamá con la que coincido en el cole de mis hijos me dijo que era imposible ponerle nada a su hija, porque los cosméticos están llenos de disruptores endocrinos. Sin entrar en mucho debate, la idea general que me transmitía era algo así como que les estábamos infiltrando hormonas a nuestros hijos. Lo cierto es que me pareció demasiado grave para ser realmente así, por lo que me hice la pregunta: ¿qué son los disruptores endocrinos?
Los disruptores endocrinos (DE) son sustancias químicas que interfieren con el sistema hormonal. Pueden alterar la producción, liberación, transporte o acción de las hormonas, generando desequilibrios que afectan funciones esenciales como el crecimiento, el metabolismo, la fertilidad o el estado de ánimo.

Vía Freepik
Estas sustancias pueden ser naturales o sintéticas, y se encuentran en materiales tan comunes como el plástico, el teflón, los cosméticos, los pesticidas o los productos de limpieza. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), se han identificado más de 2.000 compuestos con capacidad disruptiva.
Sin embargo, estos compuestos no están prohibidos, pues no todos presentan la misma actividad endocrina ni tienen el mismo impacto. Por un lado, tenemos algunos más potentes, los cuales habría que evitar sobre todo su uso cotidiano. Pero también tenemos otros que se degradan rápidamente.
Por eso, organismos como la EFSA o la OMS han regulado su uso. De hecho, en la Unión Europea se está en constante regulación y la tendencia es retirar cualquier elemento que presente una mínima sospecha de toxicidad. Recordemos lo que pasó con la laca de uñas o la reciente regulación del porcentaje de retinol permitido para uso cosmético.
¿Dónde están y cómo nos afectan?
La exposición a disruptores endocrinos puede producirse por vía cutánea, respiratoria o digestiva. Es decir, al aplicar una crema, al calentar comida en un táper de plástico o al respirar aire contaminado. Y aunque las dosis sean pequeñas, su efecto puede ser acumulativo y persistente.

vía Freepik
En cosmética, por ejemplo, algunos ingredientes como los ftalatos, parabenos o bisfenoles han sido señalados por su capacidad de alterar el equilibrio hormonal. Estos compuestos pueden actuar como imitadores hormonales, bloqueadores o modificadores de la acción de las hormonas.
Los efectos más estudiados incluyen alteraciones en el desarrollo sexual, problemas de fertilidad, disfunciones tiroideas, obesidad, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer hormonodependientes.

Vía Freepik
Aunque todo suena catastrófico, hay que tener en cuenta el nivel de exposición, el momento biológico en el que nos encontramos, el tipo de compuesto y hasta la combinación con otros productos tóxicos que potencien el daño. Está claro que evitarlo, sobre todo en etapas más sensibles como el embarazo, la infancia o la adolescencia, es una opción inteligente que reduce los riesgos.
¿Por qué preocupa tanto en moda, belleza y lifestyle?
Porque muchos productos que usamos a diario, desde el maquillaje hasta la ropa deportiva, pueden contener componentes con actividad hormonal. El uso prolongado y sin control de estos productos puede tener consecuencias en la salud, especialmente en grupos vulnerables como embarazadas, bebés y adolescentes.

Vía Freepik
Además, el auge del consumo consciente y la cosmética natural ha puesto el foco en la transparencia de los ingredientes. Cada vez más marcas apuestan por fórmulas libres de disruptores endocrinos, y los consumidores exigen etiquetas claras y certificaciones fiables. De hecho, muchas apps como las que ya hemos nombrado, que muestran un análisis de los ingredientes, se han popularizado, aunque hay que ser conscientes de que no es un análisis al detalle, porque no valoran la cantidad real de cada componente en estas fórmulas.
En moda, el uso de tintes, plásticos y tejidos tratados también ha sido cuestionado. Algunas prendas liberan compuestos al contacto con la piel o durante el lavado, lo que ha impulsado el interés por materiales orgánicos y procesos sostenibles. En este aspecto, la apuesta más segura parecen los tejidos naturales, aunque los tintes para colorear las prendas también pueden presentarnos dudas.

Vía Freepik
Sin duda, la mejor garantía que tenemos es conocer el origen de fabricación, ya que sabemos que los controles a nivel europeo son más estrictos que en otras zonas del planeta. Controlarlo del todo es complicado, por lo que hay que asumir que de una forma u otra estaremos expuestos, y podemos reducir esta exposición en los elementos que sí podamos controlar.
¿Son realmente tan malos?
La respuesta corta es: sí, pero depende del contexto. No todos los disruptores endocrinos tienen el mismo nivel de toxicidad ni afectan de igual forma a todas las personas. La evidencia científica es clara en cuanto a su capacidad de alterar el sistema hormonal, pero también señala que el riesgo depende de la dosis, la frecuencia y la etapa de la vida en que se produce la exposición.
Como explica el Dr. Nicolás Olea, catedrático de Medicina en la Universidad de Granada:
“No hay dosis segura para un disruptor endocrino. Su efecto no depende de la cantidad, sino del momento en que se produce la exposición.”
Este principio rompe con la lógica clásica de la toxicología (“la dosis hace el veneno”) y ha llevado a organismos como la OMS y la EFSA a revisar sus criterios de evaluación de riesgos.

Vía Freepik
¿Qué podemos hacer?
Como os comentaba, es difícil mantener todo bajo control, porque entran muchos factores en juego. Los disruptores endocrinos están presentes en multitud de elementos. Por ello, debemos centrarnos en lo que podemos controlar, porque en general la exposición es mínima. Con estas recomendaciones podrás reducir la exposición a disruptores endocrinos sin complicarte la vida:
- Evita calentar alimentos en recipientes de plástico, especialmente si están rayados o antiguos. Renovar estos recipientes cuando empiezan a mostrar imperfecciones puede ser también una buena estrategia para evitar contaminar nuestros alimentos, sobre todo por el uso continuado.
- Revisa las etiquetas de tus cosméticos y prioriza aquellos sin parabenos, ftalatos ni fragancias sintéticas. Muchos productos ya incluyen notas en las que nos indican que están libres de parabenos o que no tienen sulfatos.
- Opta por ropa de algodón orgánico o tejidos certificados, especialmente en prendas que están en contacto directo con la piel. La ropa interior con tejidos orgánicos debe ser tu objetivo. Es la que más en contacto está con nuestra piel y además, estos tejidos suelen presentar una ventilación más adecuada, permitiendo “respirar” a nuestra piel mejor que otros tejidos sintéticos.
- Reduce el uso de productos perfumados, ambientadores y velas sintéticas.
- Consume alimentos frescos y evita los ultraprocesados que vienen en envases plásticos o metálicos. Evitar este tipo de alimentos te hará mejorar tu alimentación y reducirá la ingesta de azúcares y otros elementos que se emplean para su conservación. Además, obtendrás más nutrientes que se pierden en los procesados.

Vía Freepik
¿Es una batalla imposible?
Los disruptores endocrinos no son una moda ni una exageración. Son una realidad científica que nos invita a repensar nuestros hábitos de consumo, especialmente en sectores como la belleza, la moda y el estilo de vida. No obstante, yo te invito a no obsesionarte. Por suerte, contamos con organismos que están en control constante y en el mercado cada vez es más fácil encontrar, en el caso de la cosmética, productos libres de disruptores endocrinos.
La clave está en informarse con rigor, exigir transparencia a las marcas y apostar por productos que cuiden de nuestra salud sin comprometer el estilo. Los laboratorios cosméticos tras los que encontramos rigor científico lo tienen claro, trabajan para mejorar sus fórmulas.
De hecho, el maquillaje ha cambiado mucho en muy poco tiempo gracias a la reformulación que pone a nuestro alcance productos seguros. Y la industria del skincare no es una excepción, son muchos los ejemplos de productos libres de disruptores endocrinos que tenemos a nuestra disposición. Porque sí, es posible estar guapa, a la moda y libre de tóxicos.