Por qué tu sérum de vitamina C no funciona (y cómo conseguir que sí lo haga)
El sérum de vitamina C es uno de los activos más buscados para iluminar la piel y prevenir el envejecimiento pero si no notas resultados, puede que el problema no esté en tu piel, sino en cómo lo usas

La vitamina C, especialmente en formato sérum, es el ingrediente estrella de muchas rutinas de belleza. Su fama es merecida: ayuda a unificar el tono, aporta luminosidad, combate los radicales libres y previene el envejecimiento prematuro. Sin embargo, no siempre cumple las expectativas. Si llevas semanas usándolo y tu piel sigue igual, puede que el problema esté en alguno de estos puntos.
La concentración no es la adecuada
La eficacia de un sérum de vitamina C depende, en gran parte, de su concentración. Si es demasiado baja (menos del 8 %), quizá no notes cambios visibles. Pero si es muy alta (por encima del 20 %) sin que tu piel esté acostumbrada, puede provocar irritación y enrojecimiento. Lo ideal es empezar con concentraciones medias (entre el 10 % y el 15 %) y aumentar progresivamente según la tolerancia de tu piel.
- Cómo saber el porcentaje de vitamina C de tu sérum: muchas marcas lo indican en el envase o en la ficha de producto (por ejemplo: “15% L-ascorbic acid”). Si no aparece, revisa el listado de ingredientes (INCI), si el ácido ascórbico o su derivado está entre los primeros puestos, la concentración es alta; si aparece muy al final, será baja. Ante la duda, pregunta directamente al servicio de atención al cliente de la marca.

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El sérum está oxidado
La forma más pura y efectiva de vitamina C, el ácido L-ascórbico, es muy inestable. Si tu sérum ha cambiado de manera evidente respecto a su color inicial (por ejemplo, de transparente o amarillo claro a marrón), ha perdido efectividad. En los que son naranjas desde el origen, fíjate en si el tono se oscurece, el olor se intensifica o la textura se vuelve más densa: son señales claras de oxidación. La exposición al aire, la luz y el calor acelera este proceso, por lo que conviene cerrarlos bien tras cada uso y guardarlos en un lugar fresco y protegido de la luz, incluso en la nevera.
No lo aplicas en el momento correcto
La vitamina C se aprovecha mejor por la mañana, justo después de limpiar la piel y antes del protector solar. Esto no solo ayuda a que penetre correctamente, sino que refuerza la defensa frente al daño oxidativo causado por la radiación UV y la contaminación. Evita aplicarla después de cremas muy densas o aceites, ya que pueden impedir su absorción.

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Te saltas el protector solar
La vitamina C y el protector solar forman un equipo perfecto: el sérum neutraliza los radicales libres que dañan la piel y el SPF bloquea la radiación UV que los genera. Sin esa protección, el sol puede seguir causando daño celular y anulando gran parte del efecto del sérum. Incluso, si te expones sin protección, la piel puede sensibilizarse y aumentar el riesgo de que aparezcan nuevas manchas.
Esperas resultados que no puede dar sola
Aunque la vitamina C es un activo potente, tiene sus límites. Si tu objetivo es difuminar manchas muy oscuras, reducir arrugas profundas o tratar problemas específicos como el acné, necesitarás combinarla con otros ingredientes como niacinamida, retinol o ácidos exfoliantes. La clave está en construir una rutina equilibrada y constante.
Si tu sérum de vitamina C no funciona, no siempre es culpa del producto o de tu piel. Ajustar la concentración, conservarlo bien, aplicarlo en el momento adecuado, usar siempre protector solar y combinarlo con otros activos puede marcar la diferencia. La constancia es esencial, los resultados más visibles suelen llegar tras 8-12 semanas de uso regular.